lunes, 5 de octubre de 2009

Un velero científico inicia el ‘atlas’ de los microorganismos marinos

















Unos 200 científicos europeos participarán durante tres años en la primera gran expedición científica dedicada a analizar la enorme diversidad de microorganismos marinos y su importancia en los ciclos biológicos terrestres, tales como el equilibrio climático, la abundancia de pesca, la llegada de especies invasoras o la acidificación de las aguas. «Los grandes peces o los cetáceos los conoce todo el mundo, pero lo que queda por debajo en la cadena trófica sigue siendo en gran parte desconocido», resume Silvia González-Acinas, bióloga del Instituto de Ciencias del mar de Barcelona (ICM-CSIC) y coordinadora de la campaña en el apartado dedicado a bacterias.

Seres minúsculos, pero vitales. «En un litro de agua de mar hay aproximadamente un millón de bacterias, y no hablemos de virus», pone como ejemplo Hugo Sarmento, investigador portugués que también trabaja en el ICM-CSIC. Los microorganismos suponen el 90% de la biomasa del océano.

«La expedición del Tara es única –insiste González-Acinas–. Vamos a zonas que nunca se han analizado». El Tara es el bergantín –un velero de 36 metros de eslora y 120 toneladas de peso– a bordo del cual se desarrollarán las investigaciones. En el barco navegarán regularmente 10 marinos profesionales y cinco científicos que se irán turnando en estancias de entre una semana y un mes. El barco partió a principios de septiembre de Lorient, en la Bretaña (Francia); pasó por Lisboa, luego por Tánger y Argel, la semana pasada recaló en Barcelona y actualmente se dirige a Villefranche, cerca de Niza. La convivencia es muy buena.

400 ESTACIONES / Serán 200.000 kilómetros de expedición, aunque ni el propio capitán puede precisarlo porque «el recorrido se va ajustando en función de las necesidades de los científicos», dice Hervé Bourmaud.

Las necesidades se resumen en una: detener los motores y lanzar un conjunto de sondas –llamadas rosetas CTD– que toman muestras de agua a diversas profundidades y que también miden el pH, la temperatura o la salinidad. Así, a partir de 400 estaciones de sondeo, se acabará confeccionando una especie de atlas de los océanos. «Todos estos elementos varían a lo largo de la ruta y lógicamente influirán en el tipo de vida que vamos a encontrar», prosigue Sarmento. En el viaje hay una representación de todos los mares del mundo, incluido el angosto Paso del Noroeste, en el Ártico (el Tara, con su casco aluminio, puede navegar entre hielos flotantes).

Si los ordenamos por tamaño, de menor a mayor, primero tenemos virus, luego bacterias, el fitoplancton –algas microscopicas– y finalmente el zooplancton, una categoría que incluye protistas, gusanos y esponjas en estado larvario, minúsculos crustáceos y moluscos y hasta peces alevines, entre otros muchos organismos.

El investigador portugués enumera así la gran diversidad de microbios marinos.
El Tara está equipado con tecnología puntera que permite analizar in situ las muestras que se recogen con la roseta. Tiene, por ejemplo, un citómetro de flujo --un contador de células-- y un microscopio de alta resolución. Las muestras que no se pueden analizar a bordo se congelarán con nitrógeno y se bajarán en el primer puerto disponible. Luego viajarán en avión hasta los centro de investigación. Además, el Tara también lleva a bordo una desalinizadora, pero para suministro humano.

DÍA Y NOCHE / Si es necesario, se trabaja incluso de noche porque es justo entonces cuando, aprovechando la ausencia de depredadores, el zooplancton emerge a la superficie, dice González-Acinas: «La gente viene para estancias cortas, por lo que aprovecha el tiempo al máximo». Si no se puede dormir, pues no se duerme.

La investigadora del IC-CSIC insiste en que es fundamental estudiar los microorganismos marinos porque ellos absorben hasta el 50% del dióxido de carbono atmosférico y generan buena parte del oxígeno. Son indudablemente un auténtico pulmón del planeta, pero un pulmón que también puede resentirse de un aumento de las temperaturas, concluye su colega Sarmento.

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Fuente: El Períodico de Catalunya